La noche del héroe de París: "¡Es el mejor entrenador y el mejor tío. España puede estar orgullosa!"

No pudo contener Nasser Al-Khelaifi su euforia tras ver al PSG proclamarse campeón de Europa. "Es el mejor entrenador y el mejor tío. España puede estar orgullosa", decía interrumpiendo la entrevista que Luis Enrique estaba haciendo con Movistar. Quince años, y 2.000 millones, después del desembarco de Qatar en el club habían encontrado un filón en el banquillo.
El asturiano era centro de todas las miradas como constructor de un nuevo PSG que se reivindicó endosándole una goleada histórica al Inter. Era hacer historia a lo grande, por eso sus jugadores le hicieron levantar el trofeo y luego le lanzaron por los aires.
Se había puesto la camiseta de homenaje a Xana, había posado con el trofeo con su mujer y sus hijos Sira y Pacho, este con la camiseta de Dembélé, y hasta había secado las lágrimas, convertidas luego en sonrisas, de su escudero Rafel Pol. Era un hombre feliz con el partido que había hecho su equipo. Era tiempo de disfrutar, pero sin perder de vista lo que viene.
"Gestionar el éxito es difícil", advertía ante de apuntar el siguiente objetivo: el Mundial de Clubes. "Es una competición increíble. El broche sería ser competitivos y ganar el quinto título de la temporada". Mientras eso pasaba en la sala de prensa, en el vestuario Kimpembe, lesionado, había metido un altavoz gigante.
A la fiesta no faltó ni el jefe Al-Khelaifi ni Luis Campos, el asesor deportivo que ha hilvanado junto a Luis Enrique esta plantilla. Se abrazaron en el césped y en las entrañas del estadio, de donde salieron juntos. El nombre al que Qatar miraba con dudas se ha resarcido con su apuesta por el técnico español.

¿Qué hizo Luis Enrique para ganar? "Nos dijo que teníamos todas las opciones", resumía Fabián, menos dado a los elogios que Marquinhos, Nuno o Neves porque ya conocía las artes del asturiano. La primera, quitarles presión. "Había que tener control mental, poner calma a tanta excitación. Yo no miro redes sociales, pero mis jugadores están todo el día con el móvil", confesaba Luis Enrique. La segunda clave era activar a futbolistas. Si a Douré no hace falta, porque es de una generación con descaro, a Dembélé tampoco.
"¿Qué 9 de Europa presiona así la salida de Sommer o Acerbi? Yo le daría el Balón de Oro por cómo ha defendido. Eso es liderar", elogió el técnico, que también repartió a Vitinha, de quien nace la jugada del tercer gol. "¿De dónde ha salido ese jugador?", bromeaba Luis Enrique. El Oporto le lanzó una felicitación en redes sociales para recordárselo.
El portugués, que cuenta cómo Messi le dijo que nunca ganarían la Champions, desfiló por la zona mixta exultante, puño arriba y gritando campeones. En un escalón más abajo iba Arnau Tenas, alma fiestera del vestuario. "Imaginaba ganar, pero 5-0... Lo he celebrado como si fuera el último día de mi vida", confesaba el guardameta mientras Donnarumma le hacía bromas y Pacho recordaba que es el primer ecuatoriano campeón de Europa. Primera final, primer título. "Ahora vendrán más", decía.

Kvaratskhelia dejó el campo con el balón bajo el brazo y echaron la llave al vestuario Dembélé -que espera llegar "en silla de ruedas" a la concentración con Francia el lunes-, Hakimi y Marquinhos. Ninguno llevaba la copa, que rescató el team manager Dorian Godard. Pero tanto tardaba el capitán pese a los cánticos y el claxon del autobús, que fue el propio Luis Campos quien acudió a rescatarle, Champions en mano, para recordarle que era el momento de festejar.
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